14 de agosto de 2023
La pérdida de un embarazo tiene un gran impacto sicológico, la ilusión que partió con ese test positivo termina de golpe en el momento que nos encontramos con un sangrado o una ecografía donde no se escuchan los latidos. Creemos que es muy importante darse el tiempo para procesar todo lo que rodea una pérdida y el espacio para sanar tanto desde las emociones como desde el cuerpo.
El punto de partida para transitar este proceso de la forma más en paz posible es saber qué esperar porque en estos años en que hemos acompañado a muchas mujeres que se han enfrentado a esta situación, nos hemos dado cuenta que la mayoría de las veces, se sienten muy perdidas, no saben qué viene, qué esperar o que exigir.
De acuerdo a nuestra experiencia y en base a lo que hemos hablado con especialistas en infertilidad hay que tener en cuenta que:
Para el Doctor Ricardo Pommer, Director de Clínica Monteblanco “esta es una alternativa válida, el único punto que hay que tener en cuenta es que cuando hay infertilidad y no se tiene un diagnóstico, uno quisiera tener un análisis genético de ese embrión si es que no tuvo diagnóstico genético preimplantacional, es de IIU, embarazo natural o de una in vitro sin estudio. Esta información podría dar una respuesta y, a veces, ahí se encuentran números que se repiten como los mosaicos o que no corresponderían a la historia de esas parejas. Lo que podría ayudar a tomar mejores decisiones en el futuro.”
Nuestro consejo es que lo anterior, siempre debe ser conversado con el doctor tratante porque la decisión que se tome también depende mucho del contexto de cada paciente, puede pasar que la espera se haga muy dura tanto física como sicológicamente. Por ejemplo, una paciente que seguía con fuertes síntomas de embarazo, vómitos, mareos, asco y no era su primera pérdida, nos contó que habló con su doctor para evitar esta “espera” que se la hacía imposible, ambos acordaron hacer una aspiración.
Para Scarella, “el concepto general es que se tiene que evitar la instrumentalización innecesaria de la cavidad en este sentido, el uso juicioso de los elementos clínicos tiene que ser muy bien ponderado por el médico tratante al momento de decidir qué alternativas pueden ser mejor para una paciente que tiene un aborto retenido”.
El legrado es una técnica que consiste en raspar el tejido de las paredes internas del útero para eliminar el endometrio. Esta intervención dura alrededor de 15 minutos, con anestesia local y ojalá con sedación y debe ser realizada por un ginecólogo. Se hace con un instrumento metálico que se llama legra que es como una cucharilla con una terminación filosa que raspa las paredes del útero para extraer el producto del embarazo.
Según el Doctor Pommer, “a veces al raspar se puede dañar la capa basal del endometrio que luego podría cicatrizar en un tejido fibroso y producir sinequias. Lo anterior, podría causar el Síndrome de Asherman que es la expresión máxima de raspajes múltiples con esta “cuchara”, donde el resultado es que hay muy pocas zonas del endometrio normal y hay muchas zonas pegadas entre el techo y el piso de este endometrio”.
Por otra parte, la otra opción es la AMEU o Aspiración Manual Endouterina que es un procedimiento que por medio de la succión deja la cavidad uterina bastante limpia, el tejido retirado se puede mandar a estudio y no se usan las “cucharas metálicas” del legrado, evitando dañar la capa del endometrio más bajo que es donde se producen las sinequias. Este es el método recomendado por la OMS (Organización Mundial de la Salud) por su eficacia y seguridad.
“La AMEU no se puede hacer en pérdidas mayores de 12 semanas, en abortos sépticos (infectados) o con cuello dilatado mayor de 2 cm y requiere de personal entrenado para evitar complicaciones y el riesgo de que queden restos que se pueden infectar y provocar adherencias intrauterinas”, agrega el Doctor Claudio Villarroel, Director del IDIMI, Universidad de Chile.
Antes de estos dos procedimientos es importante saber que se administrará Misoprostol de 400 mg. ¿Qué es y para qué sirve? Este es un medicamento que produce contracciones en el útero y provoca la dilatación del cuello uterino, lo que permite que el tejido salga. Se utiliza por vía vaginal y los doctores aconsejan que sea dado de forma intra hospitalaria, es decir, con observación, control y seguimiento médico, ya que puede haber riesgos de hemorragia.
Al comparar lo que pasa en el sistema privado de salud versus el público, el Doctor Claudio Villarroel afirma que el manejo de estos casos es igual en ambos sistemas, por lo que la paciente debiese esperar lo mismo sin importar dónde se atienda. “Hay médicos entrenados en el área pública para hacer esta técnica llamada AMEU, efectivamente es menos traumática para la paciente, pero el resultado sobre el endometrio es el mismo, ambos debiesen ser poco invasivos”.
Tampoco se habla de que habrá bastante sangre y de que el proceso puede ser incómodo además de doloroso. Hay que estar atentos al sangrado que se produce cuando hay un aborto natural, legrado o aspiración, este no debe ser mayor a la capacidad de una toalla higiénica por hora, si es más que eso, se recomienda ir a Urgencias o consultar con el ginecólogo tratante.
La recuperación en el caso de un legrado o aspiración puede llegar a durar hasta 3 semanas, y es clave volver a un control posterior para asegurarse de que no quedó tejido dentro y así evitar cualquier posibilidad de infección.
Por último, ten en cuenta que desde el año 2021 existe la Ley Dominga, esta ley establece un estándar especial en relación con el manejo clínico y acompañamiento a madres y padres que hayan sufrido una muerte gestacional o perinatal. El objetivo es que todas las instituciones de salud tengan un protocolo en caso de muerte perinatal, con manejo clínico y acompañamiento psico-emocional para contener a la madre, al padre y al núcleo más cercano. También la madre tiene derecho a siete días de permiso laboral.
Con esto las pacientes pueden exigir un trato digno, evitar verse expuestas a estar en el pabellón de maternidad para no estar ver a recién nacidos que pueden aumentar el dolor de la pérdida.