3 de marzo de 2022
La trombofilia consiste en que el cuerpo de una mujer produce coágulos sin control y estos coágulos obstruyen los vasos sanguíneos, dificultando la adecuada oxigenación y nutrición del embrión, poniéndolo en riesgo.
Durante el embarazo se alteran algunos factores sanguíneos: aumento de los factores de coagulación FI, FVII, FVIII, FIX y FX, la proteína C reactiva disminuye la concentración de la proteína S y se producen otras reacciones en cadena que generan trombina, una proteína que se sintetiza durante la coagulación y que podría causar una pérdida gestacional porque desencadenan una respuesta inflamatoria a través de la liberación de citoquinas, implicando al sistema inmune y provocando una pérdida temprana del embarazo. O produciendo pequeños trombos o coágulos en los vasos que irrigan la placenta, causando insuficiencia placentaria que se relaciona con abortos desde la semana 10.
Para diagnosticar una trombofilia, no siempre basta con un examen normal de sangre, se necesitan pruebas específicas de trombofilias como: estudio de anticuerpos específicos de la sangre, factor V de Leiden, factor VIII, factor XIII, homocisteína, genes implicados en el tipo de grupo sanguíneo (Genotipo ABO) y polimorfismos en factores de coagulación.
Cada vez más estudios apoyan el uso de aspirina y heparina (inyecciones diarias) para tratar a las mujeres con trombofilia en el embarazo, si la medicación se aplica desde el momento de la estimulación ovárica, no debieran haber problemas de nuevas pérdidas. Lo que sí, desgraciadamente estos embarazos suelen ser complicados, por lo que durante el primer trimestre se suele aconsejar reposo absoluto para evitar una pérdida.