Testimonios

A mi me adoptaron 💙

24 de enero de 2023

No nací Francisco, pero me llamo Francisco.

Me adoptaron de un hogar del Sename con 1 mes y 3 días, algo que parece hoy en día es muy poco común, lamentablemente.

Mis papás no podían tener hijos biológicos y por eso me adoptaron, un hijo era lo que les faltaba para conformar la familia que soñaban.

Fue a mis 10 años, después de ver un programa donde Benito Baranda hablaba de la adopción y su familia que me revelaron que adoptado. No sé si lo planearon así, si fue una cosa del momento, pero fue. Lo que sí sé, es que llevaban un buen tiempo queriendo contarme.

De ese día recuerdo una cosa que nunca se me va a olvidar, me sentí un niño infinitamente amado por mis papás.  Recuerdo sentir a la mañana siguiente como si todo lo de la noche anterior hubiese sido un sueño. ¿Era adoptado? ¿Eso me habían dicho? ¿Qué impacto tendría en mi vida? En un minuto de madurez extrema de mi parte – trato de decir esto con la máxima humildad posible – me di cuenta de que la noticia de la adopción iba a repercutir en mi vida para siempre, e intuí que había dos caminos para mí: i) vivir eternamente agradecido por la familia y la vida que tenía o ii) vivir lamentando lo que no tenía. La decisión fue muy fácil, vivir agradecido de lo que tenía; porque, la verdad, tenía todo lo que una persona, no solo un niño, requería para ser feliz.

Durante muchos años identifiqué la noche en que conocí mi historia como el día más feliz de mi vida. Hoy por hoy, ese día comparte sitial con el día en que me casé y el día que nació mi hija.

Volviendo a la gratitud, ésta es un arma de doble filo para quienes somos adoptados. Por un lado, nos ayuda a sanar el duelo que pudiésemos tener con nuestros orígenes biológicos, pero por otro, genera la necesidad de no fallarles a quienes te han dado una vida maravillosa.

Fueron años de reflexión y conversación con amigos, mi señora y mis padres para poder darme cuenta de que yo no estaba en deuda con mis padres. Entendí que yo les había entregado tanto como ellos a mí. Ahora que soy papá, lo veo aun con mayor claridad.

Esto de no fallarle al otro también se aplica de los papás a sus hijos. Mis papás se separaron en mi preadolescencia, y recuerdo escuchar, en una conversación que no tenía que escuchar, que mi papá decía que tenía temor que yo un día le fuera a sacar en cara “el haberme ido a buscar y después volver a abandonarme”. Nada más alejado de la realidad, mi viejo es un 10, le puedo reprochar muchas cosas, pero como papá no tengo absolutamente nada que decirle, salvo que lo amo y que le agradezco por todo.

Tuve la suerte de que mi mejor amigo, y a la primera persona que le conté que era adoptado, también lo era. Si ya éramos inseparables antes de eso, este lazo único nos convirtió en hermanos (adoptivos). Cada uno ha vivido su propio camino en torno a la adopción, ahora ambos estamos aprendiendo a ser papás y trayendo nuestra historia a la paternidad que vivimos. Sin dudas, ha sido más fácil vivir la adopción con él como compañero.

Ser adoptado no es algo que piense todo el día, no me define a diario, pero si tiene una influencia en mi forma de ser, o eso tiendo a pensar; lo más fácil, pero no necesariamente correcto, es vincular nuestras virtudes y defectos a un hecho tan potente como la adopción.

Ser adoptado, sí ha definido la importancia que le doy a mi familia nuclear. Mi señora y mi hija, quienes son lo más importante para mí, y lo que me reafirma la importancia que tuve yo en la vida de mis padres. Al final, tener un hijo habilita cristalizar el concepto de familia que muchos tenemos en esta sociedad.

Existen cosas que me gatillan reflexiones sobre la adopción – como cuando en el médico me preguntan por antecedentes de enfermedades, cuando reconozco gestos que hace mis papas que yo no tengo, o cuando hablan de lactancia materna exclusiva y sé que es algo que yo no tuve.

Sobre mi madre biológica sé poco, y nunca he querido indagar tampoco. Mis papas me han ofrecido ayuda para conectarme con ella, pero no he querido, no lo necesito. Sé por mis papás que tengo una hermana biológica, que mi mamá biológica es de Curicó, igual que mi Mamá. Sobre mi padre biológico reflexiono aún menos, hace poco me enteré de que era contador, igual que mi papá. A veces encuentro bonito o simbólico estas simetrías entre mis padres biológicos y mis papás.

Mi único consejo para quienes van a adoptar o lo están considerando es que no lo hagan por caridad. Tiene que ser porque quieren y necesitan un hijo/hija tanto como él quiere y necesitas a sus papás. Es la única forma en que la relación sea simétrica.

Infórmense, lean, escuchen, no se queden con LA historia de adopción que les contó un tío lejano. No tengan miedo de hacerse las preguntas difíciles o decir las cosas que sienten, aunque no sean “bonitas”. No respondas sí, porque es lo que deberías hacer. Piénsalo, porque el compromiso que tomarás con tu hijo es para toda la vida, contra viento y marea. Cuando tienes hijos biológicos tampoco sabes que puede pasar y tu compromiso es indestructible, lo mismo es cierto para la adopción.

Si pasadas las esperas, los mitos, los miedos y tabúes, decides adoptar…te deseo una familia feliz como la que tengo yo y la felicidad que siento desde hace 24 años cuando me dijeron que a mí, mis papás me eligieron.

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