10 de noviembre de 2023
Sé que suena cliché, pero con mi marido siempre quisimos formar nuestra familia también a través de la adopción, independientemente si teníamos hijos biológicos. En su familia un primo muy querido había llegado por adopción a la familia y nos hacía sentido.
Llevábamos dos años casados cuando nos embarazamos. Lamentablemente no llegó a término y a los 4 meses tuvimos que despedirnos.
Lo que vino después es un camino que muchos de los que están aquí conocen muy bien. Exámenes, ir y venir al doctor. Todo en los papeles estaba bien pero no lográbamos embarazarnos. Hicimos IIUs y negativo tras negativo pasamos a FIV. Tratamiento que tampoco nos resultó.
Durante todo ese tiempo, nos sentimos muy tristes, perdidos y sin ganas de nada. Corriendo una carrera de obstáculos que no sentíamos propia.
Lo pensamos un poco y decidimos cambiar de camino: irnos por adopción. Sé que muchos describen el proceso como largo y desgastante, pero para nosotros fue todo lo contrario. Por fin estábamos en el camino que sentíamos propio. Cada día de espera era con anhelo y no angustia como nos pasó con los tratamientos.
La búsqueda de nuestro hijo a través de la adopción nos llevó a salir del hoyo que nos encontrábamos, fue un proceso demasiado sanador para ambos. Recuerdo con alegría sentir que cada dia eramos mejores papas para el hijo que vendria. Incluso logramos bajar de peso y llevar una vida más sana, algo que con la ansiedad y depre que nos daban los tratamientos nunca logramos.
En septiembre del 2022 nos declararon idóneos y en Julio de este año recibimos el anhelado llamado: “seriamos padres”.
Me encantaría poder poner en palabras lo que sentimos, lo pienso y mi ojos se llenan de lágrimas. Jamás podré tener palabras para describir lo que se siente. Es un mix entre “te está llamando tu destino, a lo que viniste a este mundo” y “la aventura más maravillosa está por partir”
Nuestro hijo nos estaba esperando con tan solo 2 meses y 17 días de vida. Casi 2 años y nueves meses habían pasado en su espera.
Valió la pena cada lágrima, cada incertidumbre y toda la espera.
La idea de que tenemos todo el resto de nuestra vida para compartirla con él… no deja de maravillarme.
Mi hijo. A veces ni me la creo, ni me cabe tanto amor que tengo por él.