23 de septiembre de 2022
Me encantaba leer las experiencias que publicaban, me hacía recargar mis esperanzas, por eso quiero compartir la nuestra que empezó el 2009 cuando nos casamos.
El 2011, después de 3 años que se nos hicieron eternos, nació nuestra primera hija Ema.
Al año nos pusimos en campaña nuevamente y nada, decidimos consultar y empezamos con los exámenes, que muchas ya conocen. A mi marido le encontraron un varicocele, pensamos que eso era! Se operó y nada.
Infertilidad secundaria de origen desconocido fue el diagnóstico. Vinieron las IIU sin éxito y ya llevábamos 4 años buscando cuando fuimos por nuestra primera FIV.
Logramos tener 3 embrioncitos, y me transfirieron 2. Beta positiva, todo era un sueño… pero llegamos hasta la semana 9. El golpe más duro de todo nuestro camino: un aborto retenido que dolió en el alma.
Nos quedó un embrioncito congelado, pero ni las fuerzas ni el bolsillo daban para seguir, así pasó el tiempo, con la pena en el corazón y el anhelo de nuestro segundo bebé.
En esta pausa empecé psicoterapia, tenía mis prejuicios porque pensaba que no la necesitaba, pero fue una las mejores herramientas que han llegado a mi vida.
Con mi corazón ya más tranquilo sentí que era el momento de ir por ese embrioncito. En mi trabajo conocí a mi doc, amable, cercano y empático y con mi marido estuvimos de acuerdo en volver a empezar. Así comenzamos de nuevo con los exámenes, remedios etc.
El día de la transferencia llegó y nuestro embrioncito no sobrevivió la descongelación, un escenario que nunca se nos cruzó por la cabeza. Nos pilló totalmente de sorpresa esta pena y solitos con marido lloramos, pensamos, hablamos, sacamos cuentas y decidimos ir por una última vez a FIV.
Mis óvulos (y yo con 40 años) no eran muy buenos, hicimos 2 aspiraciones y logramos 6 embrioncitos. Sólo 2 llegaron al 5to día y fueron a estudio genético. De los dos sólo 1 resultó viable.
Entre medio a mi suegro le diagnósticaron un cáncer terminal que nos hizo replantearnos la idea de seguir o no, hasta este punto sólo Dios sabía en qué estábamos y sé que siempre nos guió y acompaño. Decidimos seguir.
Hoy, ese único embrioncito es nuestra bebe preciosa que ya tiene un mes de vida y ha sido lo más maravilloso, nuestro milagro que nos recuerda que todo Valió la Pena!
Cada pena, cada esfuerzo, cada pinchazo… a todas les recuerdo que nada llega sin haber peleado antes, ¡sigue así no te rindas! Agradece cada pequeño logro y cada cosa en tu vida.
Me despido agradecida de haber llegado a esta comunidad tan linda que me hizo sentir acompañada en cada momento, que trasmite eso tan lindo de hacernos sentir que no estamos solas.